jueves, 10 de mayo de 2007

EL LENGUAJE DE LAS FLORES



En el Romanticismo, este recurso de “hacer hablar a las flores” era un secreto que las madres legaban a sus hijas, para, a través de él, comunicar numerosos sentimientos: vida, belleza, desánimo, muerte, soledad... pero sobre todo amor. Teniendo en consideración estas raíces históricas, existe un lenguaje popular asociado a las flores y una alternativa para cada ocasión. La rosa roja es sinónimo de amor, la amarilla de amistad, la blanca de miedo, la rosada de indecisión; la camelia blanca de amistad incambiable. Otros ejemplos: la margarita blanca simboliza inocencia y pureza, por lo que está relacionada con la niñez; la gardenia significa alegría; la flor de azahar, castidad; el tulipán, amor desesperado si es de color amarillo y una sutil declaración de amor si es rojo; el clavel significa distinción y nobleza, y el lirio, inocencia, pureza y alegría. Pero no sólo es importante la flor en sí, sino que, también debemos tener en cuenta el cómo se presenta ese obsequio. Así, si regalamos un ramo de flores en el que el lazo que une a las flores va a la izquierda significa que los sentimientos expresados se refieren al remitente, mientras que si va a la derecha, hacen referencia al destinatario. Además, el mensaje cambia en función de si la flor está abierta o en botón y la posición en que se ofrece. De esta manera, una flor, que por regla general, expresa todo el amor de una persona hacia otra, si se entrega con el tallo hacia arriba significa puñalada trapera. Por todo ello, las flores no se pueden regalar a la ligera, ya que hay que considerar tres aspectos: lo que representa cada una, qué es lo que queremos comunicar y cuál es la flor preferida de la persona a la que se la vamos a regalar. Asimismo, a la hora de comprar flores, debemos tener muy en cuenta el color de las mismas, ya que los colores provocan ciertas actitudes y emociones que afectan a lo más profundo de la psique humana.
De esta forma, el color rojo es símbolo de atención, levanta el ánimo y por lo mismo se considera un color apasionado. Por lo que, si buscamos estos efectos, debemos comprar rosas, geranios, bromelias o poinsettias, cuyo color rojo la hace imprescindible en Navidad.
El amarillo, por su parte, es un color brillante, alegre y que estimula la memoria. Es el color evocador del verano y del sol, con lo cual, cuando se está triste o se añora el verano, la presencia del narciso, de la begonia, del hibisco o de la orquídea de oncidium pueden ayudar a levantar el ánimo.
El azul es un color fresco, relajante. Es el color del cielo y el mar pero también del lirio del Nilo o la campanula.
El rosa, color femenino por excelencia, calma los nervios, por lo que, el clavel de la fragancia, el lirio o la azalea resultan regalos muy adecuados para personas nerviosas.
El púrpura es dramático, ostentoso e inusual. Es el color más usado entre los abogados, los clérigos y los psiquiatras; con lo que, no sería mal regalo para éstos, la liantris, orquídeas del phalaenopsis o la violeta africana.
El blanco, símbolo de la pureza. Este color se asocia con la limpieza y también con tiempos futuros. Para simbolizar estos valores, nada mejor que decantarnos por el lirio oriental, el lirio del valle, el lirio de la paz o la gardenia.
Y por último, está el verde, el color de la naturaleza y símbolo de la ecología. Es idóneo para mitigar tensiones y relajarse. Éste es el color de las hiedras, las palmas, la dracaena y todo tipo de follajes.
Asimismo, regalar flores es una excelente manera de expresar lo que hay en nuestro interior, sin perder los detalles y en lo cual no se tiene que gastar mucho dinero, y aunque su duración no es permanente, la intención, la dedicación y el cuidado al seleccionarlas se quedan para siempre.

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