miércoles, 1 de agosto de 2007

REFLEXIONES BIBLICAS

La Recompensa de la Humillación (1era. parte)

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro y se convirtieren… (2 Crónicas 7:14)

Nosotros como pueblo de Dios tenemos que entender el propósito que El busca en pueblo que se humilla ante su presencia (a engrandecerlo). Cuando alguien quiere llegar a lugares de prestigio tiene que entender que tiene que empezar por abajo, porque si llega sin pasar los procesos, hay posibilidad de que no dure, y si dura, no lo hará conforme a la voluntad de Dios.

Jesús dijo que el que quiere ser grande en el Reino de Dios, sea vuestro servidor (Mr. 10:43). La humillación no es sólo creerse que somos menos que todos, sino, que cuando nos humillamos, estamos imitando a Cristo. (Ef. 5:1)

Oliver Patricio/

PALABRAS QUE ALIENTAN

Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, con un corazón purificado de la mala conciencia, y con nuestro cuerpo lavado con agua pura”.


La ofrenda única de Cristo en la cruz y el beneficio que representa, son eternamente eficaces. La perfecta salvación en Cristo se imparte a todos los que se van santificando, a medina que se acercan a Dios, por medio de Cristo. En contraste con el acceso limitado a Dios que tenían los israelitas, Cristo al dar su vida como sacrificio perfecto, nos abrió el camino a la misma presencia de Dios y al trono de la gracia. Por lo tanto, podemos en gratitud, acercarnos constantemente a Dios en oración, porque la fe y el acercamiento al altísimo, por medio de Jesucristo, son inseparables. Al acercarnos a Dios mediante Cristo, encontramos misericordia, gracia, ayuda, salvación, santificación y purificación; y es evidente que esto implica que si no tengo un acercamiento a Dios en oración y comunión con Cristo, tampoco hay fe salvadora en mí.

¡¡Por lo tanto me acercaré confiadamente al trono de la gracia!!

Esteban Rodríguez/

VIVIENDO POR LA PALABRA

El crecimiento espiritual (1era. parte)

La Biblia nos dice que crecer es aumentar o multiplicar. Pero lo que Dios quiere es que tengamos un crecimiento espiritual, es decir madurar. Las escrituras nos dicen en Lucas 2:52, que Jesús crecía en todos los aspectos, espiritual, físico y en sabiduría. Pero el creyente también debe seguir este ejemplo, debe tener madurez para obtener el crecimiento espiritual. Debemos crecer también en gracia (2 P. 3:18). Hermanos busquemos el crecimiento espiritual el crecimiento en la gracia.

Abderlin Félix/