lunes, 4 de febrero de 2008

¿Audífono Espiritual?

Lectura: 1 Samuel 3:1-14

Y si El te llama, dirás: "Habla, Señor, que tu siervo escucha." -1 Samuel 3:9
Luisito, un precoz niño de dos años de edad, observaba cómo su mamá horneaba galletas. "Por favor, ¿puedo comer una?" preguntó lleno de esperanza. "No antes de la cena," respondió su madre. Luisito corrió llorando a su cuarto, y luego reapareció con este mensaje: "Jesús acaba de decirme que está bien que coma una galleta ahora." "Jesús no me ha dicho nada a mi," le volvió a responder su madre, a lo que Luisito replicó, "¡No debes haber estado escuchando!"

La motivación de Luisito era equivocada, pero estaba absolutamente en lo cierto en cuanto a dos cosas: Dios anhela hablarnos, y tenemos que escuchar.
En 1 Samuel 3, otro niño aprendió esos mismos principios eternos. Cuando Samuel siguió el consejo de Elí y oró, "Habla, Señor, que tu siervo escucha," estuvo abierto a recibir el poderoso mensaje de Dios (v. 9). Al igual que Samuel, anhelamos escuchar a Dios hablándonos pero a menudo fallamos en discernir Su voz.

Dios le habló de manera audible a Samuel. Hoy Él nos habla por medio de Su Espíritu, por medio de las Escrituras, de otras personas, y de las circunstancias que nos rodean. Pero como resultado del descuido y de la actividad frenética, algunos de nosotros nos hemos vuelto "duros de oído". Necesitamos un "audífono espiritual," como el que hubo en la oración de Samuel: "Habla, Señor, que tu siervo oye" (v.10). Esta humilde actitud es una verdadera ayuda para el que es espiritualmente duro de oído. Dios habla a través de Su Palabra - tómate el tiempo para escuchar.