martes, 5 de febrero de 2008

Sexo, Pornografía y Masturbación


Tres monstruos atacan nuestra juventud

En la actualidad la juventud en las iglesias están pasando por una etapa de ataque continuo, ya sea por emisoras de radio, televisión, periódicos, revistas, folletos, anuncios publicitarios, música subliminal y el más peligroso y letal, el Internet. Esta es una influencia diaria y continua, ya que como estudiantes de una misma escuela o universidad, están expuestos a esta gama de medios, que conducen incondicionalmente al estilo común de vida que la sociedad proyecta. Sin embargo, la lucha para los jóvenes es continua y galopante, en casos extremos provoca la desviación de principios y por ende la caída espiritual, pues esta es nuestra gran preocupación y enfoque que queremos desarrollar, pues el sexo, la pornografía y la masturbación han sido por muchos años temas de tabú en la iglesia. Los jóvenes luchan a diario para hacer la voluntad de Dios, ya que bíblicamente sabemos que son tres nuestros enemigos: el mundo, la carne y el diablo. Por tanto, la opción, el elegir, el decidir, la madurez, la obediencia, el amor, la responsabilidad son algunos conceptos que nos llevan a pensar en cómo estructuramos nuestra juventud, para que pueda servir a Dios en santidad, como testimonio vivo de Cristo en nuestras vidas. El sexo (las relaciones sexuales) no es amor, es parte del amor, el amor es más grande que el sexo. En 1era. de Corintios capítulo 13, del versículo 4 al 7, dice: “el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. Detengamos los embarazos prematuros, enamoramientos con inconversos que no tienen temor de Dios. Restaurar y dar buenos consejos, en lugar de juzgar; dejar de avergonzar al joven y desestimarlo. Es el momento de realizar talleres de enseñanza bíblica aplicada a la vida rutinaria de los jóvenes y mantenerlos unidos en equipos de trabajo, dentro y fuera de la iglesia. Por otro lado, la pornografía, que es el cultivo de la lascivia, que desenfoca al joven y lo envuelve en bajas pasiones juveniles, contamina el cuerpo y mancha el alma; esto provoca perversión y desquicio hormonal, permitiendo caer en pecado, muchas veces se hace un hábito y creemos que no es nada, pero le damos al enemigo de las almas, autorización legal para ser zarandeados por el solo hecho de mirar, y esto es ya adicción. La masturbación, que es la autosatisfacción sexual y depravación del sujeto, ya sea hombre o mujer trae sus consecuencias serias, en las mujeres la frigidez, que es la indeferencia sexual; mientras en el hombre es más letal, ya que trae consigo impotencia, eyaculación precoz y lo convierte en candidato para el cáncer de próstata. Jóvenes de Dios, no se dejen enredar, ni confundir, pónganse en la brecha, ore, instrúyase en la palabra y sea fiel a Dios, pues: “Seguid la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).
Redacción Central/