lunes, 3 de marzo de 2008

La Mujer en el Antiguo Testamento

La posición de la mujer según el AT era muy superior a la que tenía reconocida en las naciones paganas alrededor. Gozaba de mucha más libertad, siendo sus actividades más variadas e importantes, y siendo su situación social mucho más elevada y respetada. Los hijos debían honrar al padre y a la madre (Ex. 20:12). Ya en las familias de los patriarcas, las mujeres como Sara, Rebeca y Raquel jugaban un papel eminente y, en ocasiones, preponderante. María, la hermana de Moisés, y Débora, fueron profetisas y poetisas, y esta última acaudilló un ejército a la victoria (Ex. 15:20-21; Jue. 45). Ana, la madre de Samuel, es una hermosa figura de mujer piadosa y notablemente dotada (1 S. 1; 2:1-2). Hulda era una profetisa a la que se prestaba atención (2 Cr. 34:22). Más de una vez vemos cómo se honra en gran manera a la reina madre (1 R. 2:19; 15:13), y en las biografías de los reyes se indica siempre quien fue la madre. El triste ejemplo de Jezabel y Atalía demuestra asimismo hasta donde podían llegar en Israel el poder e influencia de una mujer. El joven es exhortado en Proverbios a recordar la enseñanza de su madre (1:8; 6:20), porque el hecho de menospreciarla lo llevaría a maldición (19:26; 20:20; 30:11, 17). En cambio en Grecia y en Roma estaban bien lejos de reconocer el valor de la mujer. Aristóteles la consideraba como un ser inferior, intermedio entre el hombre libre y el esclavo; Sócrates y Demóstenes la tenían asimismo en poca estima. Platón recomendaba la posesión de las mujeres en común. En la práctica, estas mismas concepciones eran las que existían en Roma, especialmente después del triunfo de la cultura y de las formas licenciosas de los griegos. /Tomado del Diccionario Bíblico Clie