martes, 17 de julio de 2007

RADAR TEOLOGICO

La Iglesia: Esencia y Misión III



Es en Cristo Jesús que la Iglesia ha sido llamada de las tinieblas donde se encontraba (1 P. 2:9), así que, es Él la base donde descansa su fe, culto y servicio (Ef. 4:1-5). Es Cristo la esencia misma de la Iglesia, ya que ella fue constituida por Él como casa espiritual donde se sacrifica adoración continua al Padre Celestial (1P. 2:5), pero eso no parece ser lo que se está haciendo hoy día, el altar de Dios está abandonado (1 R. 19:10; 18:30-32) y quienes sacrifican en él, no lo hacen a Dios, sino a ídolos que a su semejanza han edificado (Is. 40:18-26; Sal. 115:4-8) y cuando se dice que adoran al Dios vivo, el olor de su incienso y perfume, es de fuego extraño (Lv. 1 y 2; Ex. 30:8-9,37,38). Si la Iglesia mira a Cristo y en Él prepara su ministerio y adoración, estará volviendo a la senda antigua a la esencia misma de su existencia (Heb.12:2; Jer. 6:16), pero en la actualidad aún podemos escuchar el resonar de su voz en el desierto diciendo: “volveos a Dios, en Cristo, porque dos males ha hecho mi Iglesia, dice el Señor, me dejó a mí, fuente de agua viva y cavó para sí cisternas, sí !!! cisternas rotas que no retienen agua” (Jer. 2:13), y en su idolatría se ha vuelto sensual y vana y bajo cualquier árbol se ha echado a fornicar (Ez. 16:6-8, 14,15), con el humanismo, pragmatismo, existencialismo y materialismo. Se ha secularizado y pone como esencia su filosofía de mercadería intelectualizada y/o emocional, predicándose a si misma, ofreciéndose a los hombres y buscando su aprobación (Jer. 16:16-25). La esencia de la Iglesia es Cristo, es el lugar de su adoración y ministerio (Jn. 14:12-14; 8:58; 1:14; 2:19). La Iglesia es su Reino; el evangelio, la ley de su gracia (Ro. 8:2). Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Reconoce, oh Iglesia, su señorío, su trono sobre ti (Heb. 1:8-13; Ap. 4:10-11). No reniegues de Él como las que dicen que quieren su nombre pero no su pan y sus vestidos; su pan es la verdad, sus vestidos son la justicia y la santidad (Is. 4:1), Él es tu sabiduría, tu justificación, tu santificación y tu redención (1 Co. 1:30)


José Cohen/